Y de repente…. la tarde de este verano caliente se puso gris, soplo el viento y el niño se durmió para siempre.

Se ríe el niño dormido
quizás se sienta gorrión esta vez
jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
que jamás despierto encontrara…”
Vuela, Flaco, vuela alto, no es un adiós, es un hasta luego, un hasta luego más.
Nos queda tu poesía, la calidez de tu voz, la dulzura de tu guitarra.
Todo eso que los sin alma no podrán entender nunca, todo eso que ese fotógrafo, ese editor y ese dueño de diario no van a poder disfrutar, solo porque no saben volar libres como los niños cuando sueñan.
Hasta luego, Flaco, gracias por todo.
Llévales a los que se nos adelantaron antes que vos, todo nuestro cariño. En los libros de nuestra buena memoria están todos ustedes, vivos, como siempre.
Alicia.
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