Quisiera escribir las
palabras más hermosas del mundo.
Quisiera que las pudieras
leer.
Quisiera que existieran esos
cinco minutos más, esa yapa de la vida
para volver a ver tus ojos, para volver a verte sonreír y abrazarte, besarte y
que me abraces y me beses y me vuelvas a amar, una vez más.
Y las palabras, ésas, las hermosas,
vienen y se van de mi cabeza, así como venís vos en mis sueños a decirme
que estas bien y te volves a ir, y te veo bien, contento y cuando me despierto
tengo esa sensación de tranquilidad, esa que solo vos lograbas que tuviera.
Pasó un año ya, y no me
acostumbro a tu ausencia, no me acostumbro al silencio. Algunos días, lo
confieso, llego pensando en que tengo
que contarte algo y después me doy cuenta que no puedo. Y la ausencia duele.
Leí por ahí que no hay que
contarte, que vos lo ves, desde donde estas,
lo ves y sabes que es lo que me está pasando. Y, supongo, muchas de las
cosas que pasaron este año habrán provocado tu carcajada, esa que te salía del
fondo de la panza. Y cuando pienso en eso sonrío y miro al cielo y ahí te
vuelvo a encontrar.
Me quedaron todos los
recuerdos, todos esos que vos y yo sabemos, esos recuerdos inconfesables, que nos confesamos en aquellas largas charlas nocturnas, noches que
ninguno de los dos quería que se terminaran.
Vuelvo al recuerdo de nuestro
cuarto, de las caminatas, de las noches de cine en casa y las tardes de radio.
A las tardes de domingo de invierno y la nieve de aquel aniversario.
Vuelvo y sonrío y tu sonrisa me acompaña.
Cada mañana, cada día.
Y a veces lloro, vos sabes,
no se por qué, pero lloro. Y te escucho decirme, no llores bonita, y vuelvo a
reír. Quise no llorar más. No puedo.
Escribo esto casi a la hora
en que hace un año te estabas yendo al hospital, y recuerdo ese momento, tu
cara y tu cansancio. Era el 24, cuando me dijiste no puedo más. Y recién entrado el 25 te dormiste para siempre. Recuerdo todo, tus palabras de unos días antes a todo eso. Cada vez que
mi fuerza no anda del todo bien, recuerdo esa noche del jueves anterior, yo
creí que te ibas a ir en ese momento y te tenía en mis brazos y con el poco
aire que tenías me dijiste que yo era una mujer maravillosa, y volviste a
respirar bien. Cómo no extrañarte! Si hasta dormido en tu sueño final sonreías
y me dabas paz.
Y la vida sigue, y sin vos nada
es igual, nada.
Todo es más lento o más
rápido, todo es distinto.
El sol sale todos los días y
yo sigo respirando y me mueve el amor de los que quedaron, y trato de ser
siempre esa mujer maravillosa a la que amabas hasta con lo que no tenías.
Te recuerdo con esa sonrisa,
con la de esta foto, porque sé que es lo que querías, que te recuerde así.
Todos te extrañamos y a veces no tengo la valentía de hablar con
tus viejos o tus hermanos porque no se que decirles, por que si yo sufro ellos
lo sufren el doble, y no tengo consuelo para darles y no puedo ser esa mujer
maravillosa que vos dejaste.
Se de tus luchas, se de tus
logros y tus frustraciones, y te amé con todo eso. Te amo siempre y por más que esta vida siga, la vida con vos
fue otra cosa, tu calma, tus caricias,
tu amor, no otro habrá igual.
Sabes que recupere viejos
amigos, y que algunos de los que habían prometido estar siempre, no están
nunca, pero todos te recuerdan con tanto cariño, todos te extrañan tanto.
Paso un año ya, el primer
año, es muy difícil, ya lo dije. Me toca seguir, no quiero sin vos, pero tengo
que hacerlo, y mientras yo sigo acá caminando, espero ese momento en que nos
volvamos a encontrar. Será tal vez en algún lugar detrás del arco iris, o tal
vez en el bulevard de los sueños rotos, quien sabe donde, pero será.
Mientras
tanto, amor, vos descansa y cuídame, hasta que nos volvamos a ver.
Yo te voy a
recordar siempre así, con tu sonrisa y tu picardia y tu inmenso amor, siempre vas a ser mi
inspiración. Y aunque no encuentre esas palabras hermosas, siempre voy a tener el recuerdo de este amor hermoso que fue el nuestro.
Te amo, siempre.
Hasta la Victoria, amor, siempre!