viernes, 17 de febrero de 2012

Memorias de una viuda triste (que no es lo mismo que la memoria de una triste viuda)

-         1 . Un chat, una foto y el inicio de todo. 

Hace tiempo mi vida, sin que yo lo programara, dio un cambio de giro, como digo, inesperado. Una noche, una de tantas, mientras intentaba deshacerme de los fantasmas de un pasado reciente, le preste atención a algo que durante tiempo había estado ahí. Por aquellos días entre el intento de sobrevivir a los cercanos 40 años, y la necesidad de volver a creer un poco en la gente solía yo entrar a distintas salas de chat. Forma bastante extraña, si las hay,  de querer volver a creer en la gente. Pero ese es un tema que estoy tratando con mi psicóloga.  Entonces, sigo con el relato, decía  que en ese extraño limbo que me había inventado trataba de, evadiéndome de lo real, tratar de volver a creer en las personas. Sí, reitero, suena raro, pero algunas veces uno está tan sumergido en su mundo, que no sabe como hacer pie y cualquier cosa sirve de tabla. Había quedado en la memoria de mi pc un viejo chat,  al que, por esas cosas de la vida, volví una noche de mucho aburrimiento.  Debo admitir que de lo que había sido a lo que era, había una diferencia abismal, diferencia que, si viene al caso, iré contando con el correr de los relatos, o no, veremos. Había en aquel chat, ese primer día 8 personas conectadas, seis nombres de hombre, uno de mujer y la octava era yo. Observe por unos días el comportamiento de estos hombres y me dí cuenta que a pesar de que el origen de este chat en particular no había sido el simple hecho de conectarse para conseguir pareja, en ese momento ya no lo era, y esos hombres que ahí estaban hacían eso para, como dice Dolina, ganarse minitas, Esta bien que el chamuyo era mucho más entretenido que el de los chats comunes, pero el fin, digamos, era el mismo. En fin, seguí entrando a ese chat, del que solo daré un nombre, los otros nombres si bien los recuerdo, no los voy a dar, pues me considero una dama, y las damas, también, perdemos la memoria. Obviamente que el nombre que voy a dar es el de SANTIAGO, así estaba escrito, en mayúscula, para que se viera bien. Después de algún tiempo de estar allí y después también de haber hecho nuevos amigos, que de hecho hasta el día de hoy lo siguen siendo, logré que SANTIAGO, me hablara. Casualmente había visto una foto suya en su blog de aquel momento y me había gustado, su cara, tal vez porque su expresión en esa foto hablaba más de su  sensibilidad que su machismo, cosa que en los chats por lo general es lo mas normal, digo, demostrar machismo feroz, y esconder la sensibilidad, como si estar conectado no demostrara ya que esa persona necesita, al menos,  un poco más de atención de sus pares. La verdad es que mentiría si dijera  algo mucho mas exacto  de porque me llamó la atención ese nombre. Pero me impacto, aunque el no se dio por aludido, al menos al principio. Por fin un día, me saludó,  a mí.  Particularmente a mí, con una frase de los redondos. Después con el tiempo, me confesó que había estado toda la tarde esperando ese momento para caerme encima con esa frase y ver que pasaba. Y que pasó? Sencillamente me enamoré, claro, en ese momento no me dí cuenta. Pero fue en ese momento justo. Y después la tuve que remar durante unos meses, hasta que los dos nos dimos la licencia para conocernos de verdad, para vernos la cara, para sentirnos. Así fue, este es el principio. Ustedes preguntaran porque cuento esto ahora, y la verdad es que no lo se, tenía ganas, y en lugar de escribirlo en mi diario y que quede allí guardado, decidí publicarlo. Tal vez, quien sabe, y como Santi no se cansaba de repetirme, escribir de verdad sirva para exorcizar los fantasmas de mi mente. Otro día contaré algo más, se me ocurrió contar estas pequeñas cosas, como si fuera un cuento por capítulos, que no van a ser correlativos, ni diarios, ni nada de eso, sino que van a ser, según mis ganas de compartir mis mas bellos recuerdos de la vida hermosa e intensa que vivimos con ese gran hombre que me lleno la vida de amor, de ese gran hombre que aún hoy cuando su presencia física no está aquí me sigue alentando, y me sigue dando fuerza para que luche, por todo lo que juntos comenzamos a construir. Así nos conocimos, luchando, remando un mar bastante denso hasta encontrarnos. Sea este un homenaje más al recuerdo de este maravilloso hombre, con quien tuve el honor de transitar algunos, tal vez los mejores,  años de mi vida. Hasta pronto.

Alicia.  

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